Misterio en Las Fallas

Misterio en Las Fallas

[Luz M. M.]

Habíamos viajado durante siete horas para llegar a Valencia antes del día dieciocho de marzo.

Efectivamente llegamos el día diecisiete, poco antes de las doce de la noche. Muy agotadas, alcanzamos el inmenso hotel de aspecto anticuado, pero confortable y limpio, que nuestro amigo Antonio, experto en Impresión y Escaneado en Tres Dimensiones, nos había buscado para pasar dos días en Valencia y conocer sus famosas fiestas.

Antonio debía marcharse a un viaje de trabajo el día dieciocho por la mañana y nos quería saludar y explicar algunos pormenores de la fiesta de las Fallas.

Mi hermana y yo habíamos conocido a Antonio, apodado A3D, compartiendo un coche

de alquiler desde Madrid a Valencia, justo el verano anterior, cuando recorríamos España por nuestras vacaciones. Él se había llevado hablando la mayor parte del viaje sobre las Fallas de Valencia y nos hizo prometerle, antes de bajarnos del automóvil, que en marzo volveríamos a la ciudad.

Ya nos había apuntado que el origen de las Fallas se remontaba a una antigua tradición de los carpinteros de la ciudad de quemar los trastos inservibles que habían acumulado durante todo el año en sus talleres. Los quemaban la víspera de San José, fiesta de España, que se celebra el 19 de marzo. También nos había explicado A3D cómo en la actualidad los monumentos falleros representan los hechos más censurables de la sociedad valenciana y española que han ocurrido durante un determinado año. Y cómo él, gran cronista y mejor vendedor, se estaba haciendo rico realizando maquetas en 3D para las diferentes agrupaciones.

Nos imaginábamos paseando por el centro de la ciudad entre el olor a pólvora y la fragancia de flores que en estos días invadía la urbe, cuando escuchamos el teléfono con la llamada de Antonio. Nos recogería en diez minutos en el hall del Hotel para invitarnos a unos buñuelos de calabaza y para explicarnos todo lo que debíamos saber de las Fallas de Valencia.

Después de darnos una ducha y ponernos vestidos más agraciados que nuestros pantalones de viaje, bajamos desde nuestra habitación al enorme hall del hotel que estaba ambientado con figuras de monumentos falleros y nos sentamos en dos de los sillones que estaban instalados más cerca de la puerta de entrada para poder ver a Antonio en cuanto llegara .

Allí pasamos más de dos horas esperando a nuestro amigo, llamándolo de vez en cuando al teléfono móvil cuando nos sentíamos desesperadas por su tardanza; pero ni nuestras llamadas fueron atendidas, ni nuestro amigo llegó al hotel.

Nos fuimos a la cama conjeturando mil cosas sobre A3D, desde que era un desconsiderado hasta que le había ocurrido alguna desgracia.

A la mañana siguiente recibimos, con el desayuno en nuestra habitación del hotel, dos figuras en tres dimensiones que nos representaban. Muy bien envueltas y sorprendentemente parecidas a nosotras. Junto a ellas había un sobre con una carta de Antonio que se encontraba totalmente en blanco, a excepción de nuestros nombres y su firma.

Empezamos de nuevo a sospechar. ¿Por qué se comportaba A3D tan extrañamente? Las dos esculturas podía haberlas confeccionado con alguna de las impresoras que vendía para hacer maquetas en tres dimensiones y seguro que las había podido realizar escaneando las fotografías que nos habíamos hecho el verano pasado. Nos parecían muy bonitas y un regalo muy especial, pero ¿por qué entregaba con ellas una carta en blanco?

Nos tomamos el café y las tostadas con más intriga y preocupación, si cabe, que la noche anterior, pensando que A3D no estaba bien de la cabeza o se encontraba en un verdadero apuro.

Nosotras nos fuimos de paseo por la maravillosa ciudad de Valencia, intentando disfrutar y olvidar el desencuentro extraño con nuestro amigo Antonio.

Casi lo olvidamos, y nos alegramos mucho de escuchar la música de las bandas por las calles, oler la pólvora y la fragancia a flores, ver arder los castillos y monumentos falleros… y conocer a otras personas que, sin ser Antonio, nos acogieron con amabilidad y alegría.

Al volver al hotel, el recepcionista nos entregó una segunda carta. Al abrirla vimos que contenía una especie de planos de una escultura. No tenía ningún texto escrito y por más que le dimos vueltas no descubrimos ningún significado, por lo que decidimos irnos a dormir y esperar a ver si a la mañana siguiente recibíamos alguna nota clarificadora.

Mi hermana se encontraba más preocupada que yo. A ella Antonio le parecía un chico muy especial y por ello me había convencido para realizar este viaje a Valencia en unas fechas en las que yo tenía que trabajar y que debía pedir días sin sueldo para poder acompañarla. Yo pensaba que A3D era un engreído, petulante y ahora me preguntaba también si además no estaría mal de la cabeza. Pero no quería molestar a mi hermana con mis reflexiones groseras y accedí a tranquilizarla y a imaginar lo bien que lo íbamos a pasar el día siguiente, con Antonio o sin él.

Nos llamaron a las diez de la mañana desde recepción. El misterioso Antonio nos esperaba en el hall del hotel y nos invitaba a desayunar con él. Nos vestimos rápidas, bromeando entre nosotras sobre la prisa que debíamos darnos antes de que desapareciera.

¡Antonio estaba allí por fin! Guapo y elegante y con dos ramos de flores.

Se acercó a nosotras y nos entregó un ramo a cada una junto a un afectuoso abrazo. Nos preguntó por las esculturas realizadas con ayuda de impresoras 3D y nos fue relatando que en ellas estaba el misterio de todo lo ocurrido.

Parece ser que Antonio las olvidó en un taxi, junto con su móvil, la noche que venía a recibirnos y que, muy agobiado, al darse cuenta, se volvió a la parada de taxi para intentar recuperar lo perdido, ya que el móvil lo necesitaba al día siguiente para el trabajo.

El taxista, por su parte, cuando se dio cuenta de los objetos que había en el asiento, llevó las cosas a la recepción de nuestro hotel, que es donde había dejado a Antonio.

Antonio no podía llamarnos, pues no tenía móvil y además estaba obsesionado con encontrar al taxista, y cuando llegó a su casa era demasiado tarde para llamarnos al hotel y no tenía nuestro número privado para mandarnos un mensaje, pues seguía sin tener móvil.

Descansó un poco pues al día siguiente tenía mucho trabajo y debía viajar fuera de Valencia.

Los recepcionistas del hotel, al recibir los objetos entregados por el taxista, optaron por entregar el móvil a la policía y abrir los paquetes. Al rasgar el papel y ver que eran dos esculturas idénticas a nosotras decidieron llevarlas por la mañana a nuestra habitación bien envueltas con un nuevo papel, ya que había junto a ellas un sobre con nuestros nombres y una carta con la firma de Antonio, dónde él pensaba dedicarnos las esculturas cuando nos viera.

Antonio había trabajado todo el día dieciocho fuera de la ciudad y nosotras habíamos pasado todo el día recorriendo las calles y las plazas. Al volver a Valencia, A3D pasó por nuestro hotel. En recepción le informaron que no estábamos, y se le ocurrió dejarnos los planos en 3D de nuestras esculturas para que supiéramos que él había estado allí a buscarnos.

La policía localizó a Antonio esta mañana, le entregó su móvil y ya más tranquilo y sin tener que trabajar, se arregló y se fue a comprar unas flores para invitarnos a desayunar y explicarnos todo lo que había ocurrido.

A mí me pareció la historia demasiado rocambolesca, pero mi hermana estaba encantada con la explicación y no dejaba de mirarlo, así que muy conformes nos fuimos los tres a recorrer de nuevo las calles de la ciudad. Monumentos grandiosos, chicas vestidas con trajes fabulosos, pólvora explotando controlada y estruendosamente… el olor a flores y la música en las calles, todo resultaba mágico unido a la rica comida y a la cerveza.

En una de las numerosas bullas y del gentío perdimos a Antonio. Mi hermana me miró y yo sonriendo le dije que creía que era su sino, perderse o desaparecer… Esta vez decidimos no buscarlo, también optamos por no esperar llamadas, seguimos nuestra ronda por las calles hasta la hora de despedirnos de las Fallas.

Nuestro avión salía a media tarde. Sin prisas pusimos rumbo al hotel para recoger el equipaje y buscar un taxi al aeropuerto.

Había sido un extraño viaje pero nos llevábamos una rica sensación de colores y olores, de músicas y de gentes.

Tal vez si A3D hubiese sido menos fugaz, no hubiésemos contactado con otras personas ni nos hubiéramos sentido tan libres e intrigadas.

A veces las cosas no son como las piensas, pero pueden resultar mejores. Los viajes son momentos mágicos donde la lógica cotidiana se toma un descanso y Antonio se había presentado así ante nosotras, sin método y lleno de misterio.

Adiós a Valencia, adiós a las Fallas y bienvenido el misterio. Sí, el misterioso Antonio estaba en el aeropuerto cuando íbamos a embarcar. Lo vimos a lo lejos, moviendo agitadamente unos papeles. Llevábamos prisa y le dijimos adiós con las manos sin pararnos, tampoco nos apetecía que nos contase una historia cualquiera. Optamos, como él, por el misterio.

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