Txema Cabria

El tema refleja la lucha interna del subconsciente del protagonista, que se debate entre una vida ordenada y segura, y la falta de emociones y "vida", al fin y al cabo, que ello conlleva, así como la nostalgia sobre la pérdida de su mujer. Esta pieza se construye, al igual que el texto original, como una receta de cocina, añadiendo ingredientes poco a poco.

El tempo que marca el piano y la celesta, constante, machacón e implacable, simboliza la vida ordenada, segura, debajo de la cúpula de cristal. La sección de cuerdas y metales, junto con el órgano de tubos, van añadiendo una serie de acordes y tensiones que simbolizan el lado más emocional y desordenado, y la controversia entre ambas sensaciones.

En la mitad del tema hay un puente, en el que entran algunos elementos de la sección de maderas, como la flauta y el clarinete, que simboliza el recuerdo de su mujer, es una parte mucho más melódica, que se desvanece para recuperar el tema original, pero esta vez, se le añaden elementos más potentes como una guitarra eléctrica, varias baterías y un bajo electrónico, que simbolizan el nuevo mundo en el que el protagonista vive ahora, mucho más tecnológico y menos orgánico, en donde esos sentimientos encontrados persisten.

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